Steve Jobs

El legado de Steve Jobs, su visión de negocios y productos

Así como, desde la filosofía misma de Apple hasta la posterior generación iPad, todo se ha tratado de la perfecta integración end- to- end de software y hardware, así mismo fue la vida de Steve Jobs: su pasión, su perfeccionismo, sus demonios, sus deseos, su obsesión por el control, estaban totalmente integrados a su visión de negocios y a sus productos.

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    El rasgo que posiblemente defina mejor a Jobs es su intensidad. Sus silencios taladraban más que sus exabruptos. Podía extasiarse por la profundidad de las canciones de Bob Dylan o rabiar por los movimientos de mercado de Google y Microsoft, con una diferencia de segundos apenas. No tenía medias tintas. Tenía una personalidad basada en dicotomías irreductibles: Las cosas eran, o “la mejor maravilla del mundo o el peor adefesio creado por ser humano alguno”.

    De sus tiempos en la India, mantenía su entrenamiento Zen, que le permitía abstraerse del mundo y enfocarse absolutamente en lo que le interesara. De aquí también surgió su inclinación compulsiva a la simplicidad, que se tradujo en la eliminación de funcionalidades innecesarias, el desarrollo de interfaces más sencillas e intuitivas y la creación de diseños minimalistas y sumamente estéticos.

    Su búsqueda de perfección determinó que exigiera el control total de los productos Apple, de principio a fin, para garantizar calidad absoluta. No confiaba en terceros. Fue Jobs quien generó la discusión global sobre el código abierto o cerrado. De un lado, estaban los defensores del código abierto, que permite a los programadores de software compartir códigos, modificar hardware y software, y correr aplicaciones compatibles con diversos dispositivos y sistemas operativos. Originalmente Wozniac estaba de ese lado. De hecho, la primera versión de Apple II era compatible con muchos dispositivos.

    Microsoft claramente adoptó esta posición, permitiendo que muchas empresas compraran licencias para su sistema operativo. La masificación de licencias llevó a Microsoft a liderar el mercado de sistemas operativos por algún tiempo.

    Del otro lado estaba Jobs, y a pesar de que Apple quedó disminuida a un escaso 5% del mercado, el sistema operativo de Macintosh continuaría siendo incompatible con el hardware de ninguna otra empresa.

    En el largo plazo, la estrategia resultó ser la correcta, porque los márgenes de ganancia eran tan altos, que aun con 7% del mercado, los ingresos por ventas eran muy superiores a la competencia, que se había vuelto un commodity. Para 2010 Apple había superado a Microsoft como la empresa de tecnología más valiosa del mercado, y en 2011 ya valía 70% más que Microsoft.

    La compulsiva búsqueda del control, la veneración por la calidad, la necesidad de convertir cualquier dispositivo en una obra de arte, la pasión por la perfección, construyeron el legado de Jobs. Puede no estarse de acuerdo con la manera como abordó la vida, o el tono que utilizó para manifestar su opinión, ciertamente, pero es imposible obviar el valor de su herencia.

    Jobs fue catalogado como un “genio mágico” que transformó totalmente la industria de la tecnología, combinando poesía y procesadores. Estas palabras del mismo Jobs condensan su verdadero legado: “Algunos dicen que hay que darle al consumidor lo que éste quiere, pero ése no es mi enfoque. Nuestra tarea consiste en descubrir qué es lo que el consumidor va a necesitar antes de que él lo haga. La gente no sabe lo que quiere hasta que uno se lo muestra. Por eso no creo en estudios de mercado. Nuestro trabajo es leer cosas de las cuales aún no se ha escrito”

     

     

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